El acceso a la vivienda y el desarrollo
leído desde diversas opticas
De forma general se sintetiza aquellos conceptos teóricos que permiten delimitar el objeto de estudio.
La forma más extendida de acceso a la vivienda en la ciudad de El Alto es la “autoconstrucción”. Que tal como señala Romero (s/f) no necesariamente implica que la gente “construya” la vivienda entera. En todo caso hace referencia al “control” como elemento esencial, es decir la gente decide el que, como y cuando construir.
Ha llegado a ser lugar común considerar que si una persona tiene una casa automáticamente ya tiene un mayor bienestar y por ende ya es más desarrollada. De hecho, es increíble como “neoliberales” y “críticos del sistema” han llegado a un consenso sobre el papel de la “autoconstrucción”. Aunque debe reconocerse que tal camino no ha estado exento de contradicciones. Hace más de una década un conocido organismo internacional declaraba: “No cabe duda que se ha logrado mucho en distintas ciudades con la adopción de nuevos criterios y la realización de inversiones orientadas específicamente a mejorar el suministro de vivienda e infraestructura en las zonas urbanas” (Banco Mundial, 1991: 95). Estableciendo que lo importante consistía en proveer de “casas” a la gente, porque existía un alto déficit habitacional.
Sin embargo, con Nahoum (2000:81) podemos criticar a uno de los adalides de este enfoque, Hernando de Soto (2001) cuya tesis “era precisamente que, ante las dificultades económicas que atravesaban los Estados, la propia población debía tomar en sus manos la solución de los problemas sociales, actuando aquellos solamente en un rol facilitador…
La idea de que con la urbanización se alcanza el desarrollo es extraída del proceso presentado en las metrópolis de los países desarrollados, pero quedó roto cuando se evidenció que los procesos de urbanización en países como los latinoamericanos generan nuevos problemas y agravan otros ya existentes. Esto aunque eventualmente los recién llegados a la ciudad tuviesen mejores condiciones económicas que las poseídas en su terruño (Vinuesa, 1991). El desarrollo de amplios cinturones de pobreza en todas las ciudades latinoamericanas demuestra que no siempre una mayor urbanización está ligada a un mayor progreso (Solares, 1999). De hecho, este criterio fue abandonado cuando se evidenció que la “cuestión urbana” mantenía dentro de sí contradicciones intrínsecas.
El financiamiento de la vivienda, es una cuestión referida a las políticas públicas y tal como destaca Nahoum (2000) no sólo debe considerarse al “dinero” como mecanismo de obtención de recursos. Él llama más bien la atención “sobre el milagro de construir casas sin dinero” en este punto juegan un papel importante por un lado, el hecho de que el aporte de mano de obra sin costo es una forma de obtener recursos y por otro “jugar con el tiempo” esto es que no es necesario construir las casas de una sola vez, sino en forma “progresiva” lo cual hace que se abaraten los costos. Desde esta perspectiva los procesos de urbanización en América Latina han hecho que acceder a la vivienda tenga efectos perversos, renunciamientos, así las familias de bajos ingresos se ven obligadas a renunciar a componentes fundamentales para el desarrollo. (Bazant, 2003) lo que demuestra fehacientemente que la urbanización y la obtención de vivienda, no necesariamente significa mejores condiciones de vida y desarrollo.
(Redaccion General del Proyecto de Investigacion No. 12)