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FICHA DE IDENTIFICACION DEL PROYECTO 

  • Titulo del proyecto

Homogeneidad social y etno-nacionalismo. Los intelectuales indígenas y el proceso de democratización política en Bolivia.

  • Nombres de los/as investigadores
  • Cecilia Salazar de la Torre (Coordinadora). Socióloga, candidata a PhD. En Ciencias del Desarrollo. Dedicación a tiempo completo. 10 meses.
  • Ana Evi Sulcata G. (Investigadora). Socióloga, candidata a Master en Ciencias Sociales para la Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB). Dedicación a tiempo completo. 10 meses.
  • Mirko Rodríguez F. (Investigador). Politólogo y Abogado. Especialista en Ciudadanías Interculturales (PIEB). Candidato a Master en Descentralización y Gestión Pública (CIDES-UMSA). Dedicación a tiempo completo. 10 meses.
  • Eje temático 

“Emergencia” indígena, imaginarios sociales y “etnizacion” de la vida política.

  • Tiempo de duración del proyecto 

10 meses

  • Página web

http://www.pieb.org/intelectualesaymaras/index.html 

  • Nombre de la institución que apoya el proyecto

Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA)

  • RESUMEN EJECUTIVO

La investigación Homogeneidad social y etno-nacionalismo. Los intelectuales indígenas y el proceso de democratización política en Bolivia intentará mostrar que en el país se han dado importantes procesos de homogenización sociocultural, especialmente a partir de las reformas políticas y sociales de 1952 y que estas han confluido en el posicionamiento de actores emergentes que, en aras de la democratización política que inevitablemente trae la integración, hoy están en condiciones de disputar la representación de la voluntad general a partir de su interpretación política, histórica, antropológica y sociológica sobre lo nacional. En ese marco, la investigación pondrá énfasis en la constitución de la intelectualidad indígena aymara, su presencia como factor central de la democratización política en el país y su rol en la recreación de la nación, en base a los argumentos interpretativos que trae consigo.

Este hecho intentará reflejar el actual proceso nacionalista en el país desde un punto de vista sociológico, es decir, como una trama sociocultural que, a entender de Ernest Gellner, es corolario de un proceso de homogeneización y estandarización social, que en determinado momento exige plasmarse a nivel de la representación general, de modo que el poder estatal sea afín al conjunto de las culturas existentes y emergentes o, en su caso, a su síntesis. En el contexto boliviano, el punto en cuestión es que el campo de la representación se ha dotado de recursos de legitimación que provienen de la exclusión neoliberal y de la etnización de la política, atribuible a los procesos de des-socialización laboral y de reconocimiento cultural, pero también a la crisis de la movilidad social que estancó las aspiraciones políticas de los grupos emergentes. Bajo ese espectro, los recursos de legitimación política de los mismos debieron asociarse a las reivindicaciones étnico culturales, dotando a su interpretación de un sentido también etno-nacionalista.

Sobre la base de estos aspectos, a través de la biografía de los y las intelectuales aymaras, se hará un recorrido de los últimos 50 años en el país, contexto en el que las relaciones sociales han transitado un proceso que posibilitó aspiraciones de ascenso social, por lo tanto de integración sociocultural, hacia otro, marcado por la des -socialización laboral y el estancamiento de la movilidad. Todos estos elementos concurren en el marco de las relaciones intergeneracionales que, en el caso boliviano, aúnan los procesos socioculturales del Estado de 1952, con los que actualmente vive el país. A la par, se hará una lectura de la producción intelectual indígena-aymara, para observar a partir de ella los elementos que llevaron a posicionar nuevas lecturas de lo nacional. Lo que interesa, de este ultimo aspecto es, primero, encontrar las vetas de interpretación de las que se han nutrido los intelectuales aymaras: segundo, su contribución intelectual respecto a la relación entre nación y naciones (o entre unidad y diversidad); y, tercero, los desafíos que en el marco del nuevo orden político visibilizan, en tanto sujetos de representación general.

La investigación complementara reflexiones que se están haciendo sobre los grupos indígenas en emergencia y movilidad social, que han permitido visibilizar sus emprendimientos económicos como base de una nueva organización productiva en el país, pero también sus procesos de estratificación socio-cultural,  o la simbología de la festividad, componente estético de un grupo social en ascenso y, por lo tanto, atribuido de elementos de distinción social. La importancia de la investigación radica en que el proceso económico y sociocultural del los grupos en emergencia tiene necesariamente que estar acompañado de referentes políticos que, en este caso, serán visualizados desde el proceso de construcción de actores con aspiraciones de representación general.

En ese sentido, la entrada al fenómeno político que está viviendo el país será sociológica, aspecto sobre el que en Bolivia han abundado escasamente. A partir de ello, la investigación problematizará los procesos de integración social en un país que carece de los medios materiales para que estos se realicen en su plenitud y sin conflicto. El telón de fondo de la investigación estará acompañando, además, de la relación entre auto-identificación étnica y auto-identificación clasista, que se vieron complejizados en el contexto neoliberal. Sobre la base de ambos aspectos, se abordara el problema de la movilidad o ascenso social de grupos emergentes, pero que no encontraron cabida en el orden estatal y, a partir de eso, constituyeron otro foco de disrupción o crisis estatal, que incluye una disputa por la interpretación de los problemas que enfrentan las sociedades y a partir de eso se constituyen discursos de legitimación política que encuentran eco en la realidad social y material del contexto en cuestión.  En función a ello pondrá atención en el sujeto, la agencia, los procesos de socialización y de movilidad social, la traducción de éstos en los fenómenos de integración individual y colectiva, los soportes sociales y subjetivos, las aspiraciones de profesionalización e imaginarios y representaciones de éxito y de prestigio, las biografías familiares, las experiencias interactivas y las relaciones intergeneracionales, la disponibilidad individual para el cambio, el manejo variado de roles, la producción de narrativas en función de la coherencia subjetiva y la auto-reflexibilidad, etc., etc..

Dicho esto, la intención de la investigación es ir un poco mas allá de los avatares de la confrontación y de la polarización blanco/indio, mostrando que detrás de la acción colectiva y de los fenómenos de la lucha política e ideológica hay en realidad un proceso de democratización. Por eso, la investigación contribuirá a una apreciación distinta del contexto político actual, con lo que se espera favorecer, además, un debate en el que el prejuicio racial y la ideologización cedan el paso a una mirada más amplia, en el marco de  nuestra historicidad y construcción democrática que, por su todavía inicial desarrollo, debe pasar, necesariamente, por eventos complejos y a veces disruptivos que sólo el conocimiento puede contribuir a desentrañar. 

El proyecto se inscribe en las preocupaciones del Área de Desarrollo Social del Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA), actualmente volcada a la tematización y problematización de la cohesión social en Bolivia y su proyección en nuevos regimenes de bienestar. En ese sentido, los resultados del trabajo serán parte de las discusiones que se generen en la formación de nuevos investigadores que acuden a sus aulas.

  •  PROYECTO DE INVESTIGACION

1. Índice  

2. Justificación temática

2.1. Punto de partida
2.2. Relevancia del tema
2.3. Aportes al conocimiento

3. Objetivos de la investigación

  • General
  • Específicos

4. Balance del estado de la investigación
5. Estrategia metodológica

5.1. Formulación de las problemáticas a investigar

      • Enfoque
      • Fuentes para la investigación
        • Información cuantitativa
        • Información cualitativa
    • Técnicas para la recolección de información

6. Bibliografía
7. Resultados esperados
8. Índice tentativo
9. Presupuesto
10. Cronograma de actividades por etapas

 Justificación temática

  • Punto de partida

Según Ernest Gellner, el nacionalismo esta fundado en las prácticas de estandarización que acompañan la transformación de la sociedad agraria en sociedad industrial (Gellner, 1989: 45). Tiene sentido, pues, en el adiestramiento de la población alrededor de la alfabetización, el cálculo, los hábitos de trabajo y la familiarización de los fundamentos técnicos y sociales básicos del capitalismo. Si esto es así, un factor fundamental del nacionalismo esta asentado en la educación, aspecto al que este autor le otorga una gran centralidad, no solo por la función que cumple para la cohesión general, sino porque hace parte del dinamismo que también involucra este proceso, alentado por el crecimiento cognitivo y económico constantes. Dicho esto, para Gellner el nacionalismo no es causa sino corolario de la profunda e inevitable modificación en las relaciones entre gobierno y cultura, afines al Estado nacional (Gellner, 1989: 53). Por lo tanto, no es un factor previo al mismo, sino posterior, y su sentido es dar cuenta del grado de homogeneidad o integración alcanzado en lo social.

Planteado así, otro rasgo central del nacionalismo identificado por Gellner son las aspiraciones de movilidad social que los sujetos modernos entrañan, enmarcada en su condición individual. Eso permite señalar que en el escenario en el que se constituye existe una combinación inusual entre los factores que tienden a la estandarización de la sociedad, con los que más bien generan su segmentación, a partir de la des-naturalización de las funciones sociales, que implican, además, un cambio en el significado del trabajo y su división entre trabajo intelectual y trabajo manual. En esa ruta,  Benedict Anderson también ha planteado que el nacionalismo es un sistema cultural que se sustenta en un sistema de producción  (el capitalismo), en una tecnología de las comunicaciones (la imprenta) y la “fatalidad de la diversidad lingüística  humana” (Anderson, 1999: 70). En su conjunto, estos aspectos confluyeron en la creación de campos unificados de intercambio y comunicaciones, sustento que ayudó a forjar la imagen de comunidad espacial, más allá de los vínculos primordiales o de parentesco, pero también una idea de la temporalidad histórica que le es cara a la idea subjetiva de nación, como un conjunto de referentes comunes que le dan continuidad narrativa (Anderson, 1999: 73).

Esas primeras consideraciones, aunadas a la realidad política que vive la sociedad boliviana, pueden ser el basamento de una lectura que complemente los análisis realizados hasta hoy sobre la re-emergencia del nacionalismo en el país y su derivación étnica. Hipotéticamente podría decirse, por ejemplo, que las transformaciones políticas que tienen lugar aquí son resultado de la homogeneización social que se dio durante el Estado de 1952, escenario que, desde diferentes ámbitos de proyección, alentó el despliegue de los derechos ciudadanos a nivel general, aunque en un contexto de precariedad económica y productiva. En lo que a esta reflexión concierne, importa destacar entre ellos a la Reforma Agraria, sustrato de una nueva subjetividad campesino-indígena fundada en la propiedad  privada, la liberación de la mano de obra y el voto electoral que formalizó la participación de todos los bolivianos en la política. En ese mismo tenor, esta clara la función de la educación publica que encontró su derrotero en la Reforma de 1955 y en la necesidad de estandarizar los hábitos del conjunto de la población del país.

Dándole continuidad a la hipótesis inicial, también podría decirse que esas fueron las bases para que 50 años después se tradujeran en un nuevo impulso de re-configuración societal, alcanzando un imperativo político, es decir, la necesidad de que los procesos de integración social se desplazaran luego a la pugna por la representación general. Dicho de otro modo, que los grupos sociales que emergieron a la modernidad a partir del Estado de 1952, finalmente encontraran legitimo el derecho de disputar la conducción del país a través de la toma del poder, con la presencia de un Presidente indígena y cientos de funcionarios públicos que han cambiado la fachada institucional en Bolivia. Por ello, al margen de la acción colectiva de los movimientos sociales y sus motivaciones, que tan reiteradamente se ha considerado en el país, varios elementos del análisis teórico previo pueden señalarse aquí,: la ampliación sucesiva del acceso a la educación, incluyendo la superior y universitaria; como consecuencia de ello, la configuración de una nuevos portavoces  e interpretes de lo nacional, que si bien es restrictiva a un grupo social, no lo es en su significado político, correlativo a una comunidad de sentido de alcance general; o la recreación de la historia como narrativa de cohesión, en este caso abarcando los procesos coloniales y su persistencia durante la República, recuperando la funcionalidad política del pasado con relación al presente (Pereyra, 1987).

Ahora bien, si esto es así, ¿por qué el proceso político actual anima vehementemente su adhesión a elementos de identificación étnico y particularista? O, más bien, ¿por qué habiendo alcanzado un estatus tan importante, los grupos emergentes apelan aún a su pertenencia localista? Para plantear una hipótesis sobre este hecho, la propia perspectiva teórica de Ernest Gellner ofrece algunas pistas. Según este autor, las poblaciones que no  llegaron a incorporarse a las plataformas culturales estatal-nacionales, en general aspiran hacerlo alguna vez y con ello acceder a una ciudadanía plena que garantice su educación, un empleo y otros aspectos complementarios a ello (Gellner, 1989: 67). Sin embargo, para el propio Gellner esa es una opción entre otras, siendo posible que estas poblaciones, antes de intentar penetrar en la plataforma cultural por la que se sienten desdeñados y de la que desconfían, pensarán si el esfuerzo por incorporarse a la misma tendrá alguna recompensa para ellos y sus hijos, más aún si llevan consigo rasgos “de fácil identificabilidad” (como el color de la piel) que, asociados a una distribución no aleatoria, fungieron persistentemente como obstáculos a su integración (Gellner, 1989: 96).

Ubicados en ese escenario, una tercera hipótesis basada en esos criterios orienta el análisis hacia los efectos excluyentes del Estado neoliberal. Como se ha dicho abundantemente, este fue un contexto en el que la liberalización de la economía creó una atmósfera de desintegración general, no sólo porque hizo que para algunos grupos poblacionales fuera imposible pensar en aspirar a pertenecer a la plataforma de la cultura estatal nacional, sino porque además de ello alentó procesos de auto-identificación y de reconocimiento étnico, validadas por el nuevo modelo interpretativo erigido a nombre de la justicia cultural. Para decirlo de otro modo, fue un proceso que en materia económica acrecentó la desigualdad, mientras que en materia cultural tomo el camino contrario al de la homogeneización. Sin embargo de ello, lo más importante y que conviene subrayar aquí, radicó en el hecho de que las mayores asimetrías sociales y económicas del neoliberalismo se observaron en contra de los grupos indígenas, con lo que el rostro de la exclusión tomo visos racistas, transfiriéndose también al campo político (Tapia, 2002).

De este proceso provino la etnización de la política, cuyos azares han sido atribuidos a la crisis de las relaciones sociales organizadas en base al acceso a los medios de trabajo, pero también a la política de asignar conciente o inconcientemente “nichos” separados a los diferentes grupos sociales, sobre la base de criterios étnico culturales, de donde la desintegración social suele traducirse en la afiliación de base primordial, “ultima garantía” para la pertenencia, sustentada en la naturalización de la identidad que certifica lo que se es de manera esencial y atemporal, sin que se pueda ser echado o excluido de ella (Hobsbawm, 2000: 179-183).

Finalmente, una cuarta hipótesis nos lleva a pensar que habiéndose el proceso neoliberal alineado a los criterios modernizadores de la eficacia y eficiencia administrativa del Estado, atendibles solo por grupos privilegiadamente calificados y con tradición cultural para ello, en general provenientes de las clases medias que se formaron a lo largo del siglo XX, se creo al mismo tiempo una barrera sociocultural contra los sectores menos favorecidos, situación atribuible también a la crisis de la educación pública y especialmente universitaria que entró a una fase de deterioro en la formación de cuadros profesionales. En ese marco, el acceso al conocimiento de la gestión publica fue otro operador de exclusión étnico-cultural que agravo el apartheid en el país, esta vez a nivel de clases medias tradicionales y clases medias emergentes, activándose con ello un nuevo elemento de contestación al orden establecido, tan importante como el que trajeron los movimientos organizados. Bajo ese epígrafe, lo que intentamos sostener aquí es que la disputa por el poder estatal también esta alimentado por los anhelos de grupos sociales que se sienten preparados para la representación general, pero que no han encontrado la oportunidad para hacerlo.  

Planteadas esas consideraciones, un elemento complementario a ellas es que en el curso de este proceso la construcción de las identidades se retroalimentó desde el campo de lo discursivo, estableciéndose un nexo estructurante entre la esfera política-intelectual y la esfera social (Giddens, 1987). En ese sentido, la identificación étnica también fue un componente de legitimación que encontró su oportunidad en las políticas públicas, cuando se emuló la diversidad como un contenido vital de la sociedad boliviana y de un nuevo orden social, incluso a nivel más general. Volviendo a Hobsbawm, podría decirse que ese fue el nicho que encontró el discurso político para dotarse de un “pedigree” histórico que le diera autenticidad y validez frente a la sociedad, en un contexto en el que ser gobernados por “extraños” comenzó a convertirse en un problema para el sistema de representación política, generándose un campo de disputa en torno a ello, por lo tanto la creación de argumentos confrontados sobre la legitimidad del orden prevaleciente.

Sobre la base de estos aspectos, podría decirse que en el transcurso de 50 años, las relaciones sociales en Bolivia han transitado un proceso que posibilitó aspiraciones de ascenso social, por lo tanto de integración sociocultural, hacia otro, marcado por la des -socialización laboral y el estancamiento de la movilidad. Todos estos elementos concurren en el marco de las relaciones intergeneracionales que, en el caso boliviano, aúnan los procesos socioculturales del Estado de 1952, con los que actualmente vive el país. La propuesta de investigación que se deriva de esa preliminar reflexión apunta a mostrar este proceso, destacando el hecho de que sociológicamente el proceso de cambio en Bolivia no esta reflejando, sino, un anhelo de integración nacional activado por grupos sociales emergentes y que el componente discursivo etno-nacionalista es, sobre todo, una construcción  defensiva y de legitimación frente a la exclusión social.

Dicho esto, frente a los prejuicios raciales contra el proceso de cambio, que usualmente provienen del temor a lo desconocido o de su estigmatización como reiteradamente lo ha mostrado el Observatorio del Racismo, se busca anteponer argumentos basados en la democratización política y la integración nacional.  Para arribar a ello, pretendemos hacerlo aproximándonos a la experiencia de los intelectuales aymaras, actores dotados de sentido práctico y subjetivo, que nos remiten a la posibilidad de enfrentar un análisis del nacionalismo desde la sociología, reconociendo que son las grandes transformaciones las que le dan al individuo nuevos roles y nuevas expectativas (Martucelli, 2006). De manera especifica, trasladamos la reflexión hacia el interés en el sujeto (el o la intelectual aymara), la agencia, los procesos de socialización y de movilidad social, la traducción de éstos en los fenómenos de integración individual y colectiva o de exclusión, los soportes sociales y subjetivos, las aspiraciones de profesionalización e imaginarios y representaciones de éxito y de prestigio, los obstáculos a sortearse, las biografías familiares, las experiencias interactivas y las relaciones intergeneracionales, la disponibilidad individual para el cambio o para la resistencia al mismo, el manejo variado de roles, la producción de narrativas en función de la coherencia subjetiva y la auto-reflexibilidad, sus procesos de intelectualización y de construcción argumentativa, etc., etc.

Las cuestiones inherentes a esta problematización apuntan a preguntar:

  • ¿Como ha sido la trayectoria (movilidad social) de los intelectuales indígenas aymaras?
  • ¿Cuales son sus soportes materiales y subjetivos, relacionados con su biografía familiar?
  • ¿Que papel jugaron los procesos políticos nacionales en su configuración intelectual?
  • ¿Cuales son los soportes ideológicos e intelectuales de su interpretación política y académica sobre la nación?
  • ¿Observan en su experiencia elementos que perfilen su proyecto político hacia uno de orden más general?
  • Relevancia del tema

La investigación intentará probar que detrás del proceso de polarización blanco/indio hay una realidad social que evoca, más bien, un esforzado proceso de integración y de movilidad social, visible a partir del análisis sociológico de los actores que hoy por hoy están involucrados en darle contenido intelectual a su propuesta de representación política, desde su propia experiencia biográfica y en cuya configuración sociocultural y política están presentes rasgos universalistas, pero también sentimientos de exclusión colonial.

  • Aportes al conocimiento

La investigación complementara reflexiones que en varios campos del conocimiento se están haciendo sobre los grupos indígenas en emergencia y movilidad social, visibilizando sus emprendimientos económicos como base de una nueva organización productiva en el país (Wanderley, 2009), pero también sus procesos de estratificación socio-cultural, que ha permitido conocer las jerarquías urbanas que, a pesar de estar dotadas de rasgos neo-coloniales, incorporan en su configuración elementos de mestizaje (Rivera, 1996; Barragán, 2009), o de la simbología de la festividad, componente estético de un grupo social en ascenso y, por lo tanto, atribuido de elementos de distinción social (Prada y otras, 2009). Su importancia radica en que el proceso económico y sociocultural del que son actores los grupos en emergencia tiene necesariamente que estar acompañado de referentes políticos que, en este caso, serán visualizados desde el proceso de construcción de actores con aspiraciones de representación general.

En ese sentido, la entrada al fenómeno político que está viviendo el país es sociológica, aspecto sobre el que en Bolivia han abundado escasamente. Dicho esto, la intención de la investigación es ir un poco mas allá de los avatares de la confrontación, mostrando que detrás de la acción colectiva y de los fenómenos de la polarización hay en realidad un proceso de democratización. Por eso, la investigación contribuirá a una apreciación distinta del contexto político actual, con lo que se espera favorecer, además, un debate en el que el prejuicio racial y la ideologización cedan el paso a una mirada más amplia, en el marco de  nuestra historicidad y construcción democrática que, por su todavía inicial desarrollo, debe pasar, necesariamente, por eventos complejos y a veces disruptivos que sólo el conocimiento puede contribuir a desentrañar.  

El proyecto se inscribe en las preocupaciones del Área de Desarrollo Social del Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA), actualmente volcada a la tematización y problematización de la cohesión social en Bolivia y su proyección en nuevos regimenes de bienestar. En ese sentido, los resultados del trabajo serán parte de las discusiones que se generen en la formación de nuevos investigadores que acuden a sus aulas.

  • Objetivos de la investigación
  • General

La investigación intentará mostrar que en Bolivia se han dado importantes procesos de homogenización sociocultural, especialmente a partir de las reformas políticas y sociales de 1952 y que estas han confluido en el posicionamiento de actores emergentes que, en aras de la democratización política que inevitablemente trae la integración, hoy están en condiciones de disputar la representación de la voluntad general a partir de su interpretación política, histórica, antropológica y sociológica sobre lo nacional.

  • Específicos  
    • Dar cuenta de los procesos de integración y movilidad social en el país, considerando las tendencias emergentes con el Estado de 1952.
    • Explorar en los aspectos que desde las relaciones intergeneracionales impulsan y condicionan la acción política de los actores en emergencia, situando las reformas del Estado de 1952 como su soporte social y el contexto del (anti) neoliberalismo como su soporte político.
    • Explorar en los aspectos subjetivos del proceso de constitución de los sujetos intelectuales emergentes que aspiran a convertirse en representantes de la voluntad general.
    • Explorar en los elementos discursivos del etno-nacionalismo e interpretarlos como un recurso de legitimación política en un contexto de des-socialización laboral, pero también de democratización política y disputa por la representación general
  • Balance del estado de la investigación 

La investigación viene antecedida de un conjunto de reflexiones que cobraron cuerpo en las últimas décadas, al calor de los procesos políticos en emergencia en el país que reposicionaron, desde diferentes puntos de vista, la centralidad del problema indígena y colonial en Bolivia. Bajo su auspicio, destaca el trabajo histórico que desde principios de los anos 80 fue alentado por el Taller de Historia Oral Andina, a partir del cual se han dado a conocer lo que serian planteamientos de organización nacional autónoma de parte de movimientos indígenas insurreccionales, por ejemplo el de Zarate Willka a principios del siglo XX, o el que desde un perfil menos visible, pero no por eso menos importante, liderizó en el ámbito educativo Eduardo Nina Quispe, en el marco de los que fue la Republica del Kollasuyo (Rivera y THOA, 1992). Con estos argumentos, cobro notoriedad la tesis de “varias naciones en una nación”, y el postulado de la autodeterminación como el horizonte político del mundo indígena, fuertemente nutrido por los Estudios de la Subalternidad. En esa dirección, es conocido también el trabajo que esta institución realizo en la región de Jesús de Machaca, donde se observo la persistencia de un sistema organizado bajo la autoridad del ayllu y, por ende, de autoridades tradicionales que trascienden las fronteras de la municipalización y de la normativa de la participación popular, vista como un proceso de reconocimiento de las capacidades locales “desde arriba” (Rivera y THOA, 1992).

Desde otro plano, la investigación también ha apuntalado una discusión sobre los grados de heterogeneidad y homogeneidad cultural en Bolivia, especialmente visualizados en el mundo urbano. En discusión con la tesis del mestizaje como “amalgama”, predominante en el discurso del nacionalismo revolucionario, fue Silvia Rivera quien introdujo una complejización de este supuesto, en el marco de su hipótesis sobre el “mestizaje colonial andino” (Rivera, 1984) visibilizando una jerarquía cultural definida por identidades que se posicionan en ella según su capacidad para disponer medios de poder. Con ese recurso, lo que se evidencia para Rivera es la existencia de una trama sociocultural, en cuyos polos extremos se halla el mestizo-indio y el mestizo-blanco y, entre medio, una sucesión de actores sobre los que pesa la estigmatización del que esta más abajo. Con un criterio similar y desde la veta histórica y antropológica, Rossana Barragán ha estado introduciendo a esta complejidad variables que ponen en cuestión una idea estática y perenne de las identidades, que suele aparecer en la discusión ideológica. En ese sentido, son conocidos sus trabajos sobre los aymaras en la ciudad de El Alto, o de las comerciantes en la ciudad de La Paz, y las percepciones y auto-percepciones de clase y etnicidad que surgen de las mismas, llevándonos al terreno enmarañado de las relaciones sociales y étnicas, categorías no necesariamente correspondientes en la escala de la exclusión o de la inclusión social (Barragán, 1992).

En la cantera bibliográfica también están tesis muy fuertes acerca del predominio indígena en la población boliviana, especialmente reafirmadas a partir de la clasificación que surgió con el Censo del 2001 y que ha permitido legitimar posicionamientos políticos decisivamente arraigados en el dato. Como se sabe, uno de los mas influyentes intelectuales que tomo posición al respecto fue Xavier Albó, en su caso alentando análisis que asocian la pertenencia territorial, con la autoidentificación indígena y el idioma, recurso a partir del cual ha cobrado vigor el planteamiento de las autonomías indígenas (Albó y Barrios 2006) inscribiendo el debate en la Asamblea Constituyente y en la Nueva constitución Política del Estado, aprobada en febrero del 2008. En todo caso, como sucedió en otros casos, la mirada de Albó contrasta con la propuesta de su obra precedente, especialmente aquella fundada en los hallazgos de Chuquiago, la cara aymara de La Paz, donde se observa el lento pero sostenido proceso de movilidad e integración social urbana de campesino-indígenas en los albores de los anos 80, podría decirse enfocada desde la tesis de la modernización “desde abajo” (Albó y otros 1982).

En este circuito, que de alguna manera corresponde al transito de los paradigmas de la igualdad hacia los de la diferenciación, también es fundamental el trabajo que, desde el campo de la interpretación estética, especialmente de la literatura, realizo sostenidamente Javier Sanjinés, en un periodo inicial en el marco de variables clasistas, atravesadas, por una preocupación sobre los dilemas del Estado-Nación, para transitar luego hacia una perspectiva desde la cual se pone en cuestión el “centrismo ocular-racional” de los supuestos hegelianos que sostienen las elites criollo-mestizas en Bolivia con relación al Estado (Sanjinés, 2005). En ese marco, para Sanjinés el mestizaje proclamado por aquellas no es sino un espejismo, constatación que deviene de su interpretación de las movilizaciones indígenas liderizadas por Felipe Quispe y que previamente el katarismo histórico pusiera sobre el tapete del debate político con un proyecto de los “dos ojos”. Con esta tesis, Sanjines reorienta su trabajo hacia las “exterioridades” del Estado-nación, en una ruta similar a la de Albó y otros, como Walter Mignolo o Boaventura de Sousa Santos y, por cierto, alentado por el curso de los debates a los que dieron lugar  los ya clásicos autores hindúes de principios de los años 70. 

Con base en ese nuevo espectro interpretativo, en el país también se han desarrollado tesis políticas o de reorganización institucional estatal. Desde las vertientes de la filosofía política, uno de los mas importantes autores es Luís Tapia, desde cuya veta se ha afirmado la necesidad de reconocer que composición multi-societal e inclusive multi-civilizatoria de la sociedad boliviana, lo que en el campo de la organización del Estado debiera corresponderse con estructuras de autoridad diferenciadas, pero conviviendo en un mismo nivel de poder y determinación. En ese marco, se ha señalado que una real transformación del poder pasa por la adecuación del nuevo Estado a las estructuras tradicionales de base comunitaria, en todos los campos del quehacer social y que ese seria el fundamento de la igualdad, el reconocer a las estructuras culturales como equivalentes entre si y por lo tanto legitimas en si mismas, lo que al mismo tiempo supone desarticular los fundamentos modernos de las instituciones estatales, en nombre de la “descolonización” (Tapia, 2008).

En coincidencia con la nueva gestión de gobierno y las transformaciones políticas emergentes desde el ano 2005, se ha sugerido, al calor de este esquema teórico, el rescate de instituciones ancestrales para la gestión pública y el ordenamiento estatal, dándole mas afinidad a los elementos culturales con los políticos, de modo que estos no mutilen la identidad de los gobernantes que, en este caso, componen la representación del MAS a partir del ano 2005. Al constatarse las dificultades encontradas para ello, la opción pasa por plantearse formas de gobierno no estatales (Chávez, 2006) en incluso autónomas, de modo de garantizar la autodeterminación y la soberanía de la sociedad y sus capacidades de respuesta ante las eventualidades políticas que surjan en el proceso (Viaña, 2006).

Ahora bien, desde otro punto de vista, la presencia indígena o más bien los esquemas ideológicos que la animan, vienen siendo vistos como un peligro para la integración nacional debido a que se sostienen sobre intereses particularistas y volátiles. Desde un punto de vista, los procesos de cambio son asociados con proyectos fragmentadores, bajo los cuales la República o el Estado del “demos” tendería a desaparecer, inviabilizándose, para ser sustituida por una idea esencial de la pertenencia o por el Estado del “etnos” (Lazarte, 2005). En esa misma dirección, al riesgo de la división se asocia el riego de la regresión, con lo que el proceso de cambio no traduce sino una rémora del pensamiento político en Bolivia y su anhelo de encontrar el “paraíso” en el pasado (Baldivia y otros, 2007). Como consecuencia de todo ello, cobra nueva relevancia el concepto de “mestizo”, como formulación de la unidad cultural de la sociedad boliviana y de la necesidad de su reconocimiento para evitar los efectos disruptivos del etnicismo.

Desde un punto de vista fundado centralmente en los valores democráticos, también tienen fuerza voces que intentan armonizar la tensión diferenciación/integración cultural, cobijada bajo la prevalencia de reglas compartidas (Rojas, 2009). 

En el mismo campo ideológico-político, están balances iniciales acerca del proceso de cambio, varios de los cuales inciden en señalar que  ante temores infundados, el gobierno del MAS es un proyecto mas cercano a imaginarios nacionalistas tradicionales que a un etno-fundamentalismo (Stefanoni, 2007). Con ese sello, se ratifica el hecho de que el proceso de cambio esta sustentado en demandas de inclusión y/o de acceso a prácticas de modernización, hasta ahora restringidas a grupos privilegiados, cosa que es advertida, además, en paralelo a los procesos de urbanización y mercantilización de las relaciones sociales en el mundo indígena (ídem). De similar tono son las posiciones que advierten de los riesgos del etnicismo político, sin por ello menguar su adhesión al proceso de cambio en Bolivia, sin perder su carácter culturalmente unitario (Archondo, 2000).

Tomando el curso de esa línea, los campos de la antropología y de la historia parecen entregarnos otros fundamentos para el análisis sobre los cuales deseamos asentar el nuestro. En su caso, sostienen la idea de la complejidad social en el país, difícilmente reducible a la polaridad blanco/indio, como sugieren algunos proyectos políticos. Por ello, si bien se concentran en valorar la identidad mestiza, lo hacen con las sutilezas que supone una estructura histórica particular como la boliviana. Como se dijo antes, Silvia Rivera ha sido contundente en ello, al señalar que el proceso de mestizaje tiene las huellas de la colonización, por lo tanto que si bien en el país hay una tendencia a compartir una misma cultura, esto se disocia según las posibilidades materiales de acceder a los bienes de la misma (Rivera, 1996).

Del mismo modo, Barragán y Solíz  han dado cuenta de algo similar, apuntando al hecho de que los supuestos de homogeneidad cultural de lo aymara no son tales, especialmente en un escenario en el que la vida urbana se ha impuesto sobre la rural, destacándose por lo tanto que no es posible atribuir uniformemente al mundo indígena demandas “étnicas” que tengan como sustento identidades fijas y excluyentes, o un proyecto político unificado (Barragán y Solíz, s.f.).

En el curso de estas apreciaciones, cobran nuevamente relevancia las paginas que Hurtado le dedicara a la formación intelectual del katarismo en la ciudad de La Paz y en manos de jóvenes estudiantes de secundaria y de universidad en los anos 70 (Hurtado, 1984), marcados por una vivencia de exclusión y estigmatización colonial, o las apreciaciones de Esteban Ticona, intelectual aymara dedicado a visibilizar el protagonismo del liderazgo indígena en las organizaciones sociales, bajo la textura de las aspiraciones modernizantes, en afinidad a la necesidad de dotar a sus estructuras de representación de recursos más certeros para la negociación política, como el saber leer y escribir e incluso el anhelo de profesionalización de sus cuadros mas destacados (Ticona, 2000). Esta reelección se suma a las que se realizaran en torno a la presencia de los indígenas como actores políticos y en torno a los cuales se vienen planteando algunas disyuntivas, a observarse en el largo recorrido por una organización representativa de sus demandas (Pacheco, 1992).

  • Estrategia metodológica 
  • Formulación de las problemáticas a investigar
    • La investigación problematizará los procesos de integración social en un país que carece de los medios materiales para que estos se realicen en su plenitud y sin conflicto. Por eso, así como pondrá énfasis en los problemas culturales para ello, lo hará también en relación a los aspectos económicos y estructurales.
    • Sobre la base de ambos aspectos, se abordara el problema de la movilidad o ascenso social de grupos emergentes, pero que no encuentran cabida en el orden estatal y, a partir de eso, constituyen otro foco de disrupción o crisis estatal, animados por la necesidad de que la representación política alcance coherencia en relación a los cambios culturales que trae la integración. Detrás de esta hipótesis esta el supuesto de que las transformaciones sociales no solo son invocadas por actores colectivos, sino también individuales.
    • Asimismo, que en el marco en el que se producen hay una disputa recurrente por la interpretación de los problemas que enfrentan las sociedades y a partir de eso se constituyen discursos de legitimación política que encuentran eco en la realidad social y material del contexto en cuestión. 
    • Con esos elementos, la investigación apuntara a la construcción de actores intelectuales, su configuración subjetiva y material, sus soportes intergeneracionales y sus aspiraciones individuales.
    • Con relación a la producción de los intelectuales aymaras, lo que interesa es:
      • Primero, encontrar las vetas de interpretación de las que se han nutrido los intelectuales aymaras;
      • Segundo, su contribución intelectual respecto a la relación entre nación y naciones (o entre unidad y diversidad);  
      • Tercero, los desafíos que en el marco del nuevo orden político visibilizan, en tanto sujetos de representación general.
  • Enfoque

La investigación aplicará al proceso político boliviano un enfoque sociológico, con énfasis en la problematización de los actores sociales, la agencia y la estructuración. En ese sentido, se espera dar cuenta de ese proceso como una construcción cultural, afincada en los anhelos de integración y de movilidad social de quienes hoy se han convertido en sus intérpretes.

  • Fuentes para la investigación 
    • Información cuantitativa
      • Información cuantitativa con énfasis en educación, profesionalización, idioma y consumo cultural. Censos poblacionales.
    • Información cualitativa
      • Historias de vida y entrevistas en profundidad a intelectuales indígenas
      • Obra política de intelectuales indígenas.
      • Otros estudios secundarios, teóricos y empíricos sobre el rol del intelectual en la construcción de la nación.
      • Ubicación de la investigación: ciudad de La Paz
      • Material teórico y secundario sobre las temáticas a tocarse.
  • Técnicas para la recolección de información
  • Historias de vida y entrevistas en profundidad (considerándose un grado de saturación aceptable), sobre las problemáticas a investigar, con un soporte de preguntas homogéneo pero no cerrado, que incluya dos fases:
    • Primera parte: estudio biográfico acerca de la constitución de los intelectuales indígenas y sus vínculos y soportes intergeneracionales.
    • Segunda parte: estudio interpretativo, acerca de la producción intelectual indígena, después de hacerse lecturas de su obra.
    • Sistematización de la producción de intelectual indígenas aymaras, base de la discusión que luego se sostendrá con ellos para perfilar su proyecto político y académico.
    • Entrevistas en profundidad, que abarque debates con los y las intelectuales indígenas aymaras sobre su concepción de lo nacional.
    • Entrevistas en profundidad sobre sus perspectivas como sujetos de representación general.
  • Bibliografía 

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  • Resultados esperados
    • Un informe final sobre los resultados de la investigación
    • Un informe final en formato libro para su publicación
    • Debate publico con intelectuales indígenas, sobre su rol en la integración nacional y la democratización política.
    • Dos investigadores formados en sociología de los actores y cohesión social.
  • Índice tentativo

Introducción
Capitulo I. La democratización política en Bolivia, hoy

  • Estado de la cuestión
  • Dilemas y disyuntivas

Capitulo II. La disputa por la representación general y sus soportes sociológicos

  • Movilidad y ascenso social: el acceso a los medios de poder de los grupos sociales emergentes. El caso de los intelectuales aymaras
  • Los intelectuales aymaras. Vínculos intergeneracionales: de la Revolución de 1952 al gobierno del MAS
  • Soportes materiales y subjetivos, relacionados con la biografía familiar
Capitulo III. El etno-nacionalismo como campo de legitimación discursiva en la intelectualidad aymara.
  • Des-socialización laboral y etno-nacionalismo
  • Fuentes argumentativas
Capitulo IV. El rol de los intelectuales indígenas en la cohesión social e histórica de Bolivia. Balance y perspectivas de su contribución.
  • Los soportes ideológicos e intelectuales de su interpretación política y académica sobre la nación.
  • Los desafíos que se plantean los intelectuales aymaras en el marco del nuevo orden político.

Conclusiones
Bibliografía

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